H ola yo soy Wendy y tengo dos
hermanos menores, Michael y John, vivíamos en las afueras de Londres. Yo había
contagiado a mis hermanitos mi admiración por Peter Pan. Todas las noches les
contaba a mis hermanos las aventuras de Peter.
Era Campanita, el hada que
acompaña siempre a Peter Pan, y el mismísimo Peter. Éste nos propuso viajar con
él y con Campanita al País de Nunca Jamás, donde vivían los Niños Perdidos...
-En ese instante Peter nos dice: Campanita los
ayudará. Basta con que les eche un poco de polvo mágico para que puedan volar.
Cuando ya nos encontrábamos cerca
del País de Nunca Jamás, Peter nos señaló:
- ¡¡Es el barco del Capitán Garfio!! Tengan mucho
cuidado con él. Hace tiempo un cocodrilo le devoró la mano y se tragó hasta el
reloj. ¡Qué nervioso se pone ahora Garfio cuando oye un tic-tac!
(Campanita se sintió celosa de las
atenciones que su amigo tenía para Wendy, así que, adelantándose, Campanita les
dijo a los Niños Perdidos que debían disparar una flecha a un gran pájaro que
se acercaba a Peter Pan. La pobre Wendy cayó al suelo, pero, por fortuna, la
flecha no había penetrado en su cuerpo y enseguida se recuperó del golpe.)
Yo cuidaba de todos aquellos niños
sin madre y, también, claro de mis
hermanitos y del propio Peter Pan. Procurabamos no tropezarnos con los
terribles piratas, pero éstos, que ya habían tenido noticias de su llegada al
País de Nunca Jamás, organizaron una emboscada y nos llevaron prisioneros a mi,
a Michael y a John.
Para que Peter no pudiera
rescatarlos, yo Garfio como Capitán decidí envenenarlos, contando para ello con
la ayuda de Campanita, quien deseaba vengarse del cariño que Peter sentía hacia Wendy. Yo
aproveché el momento en que Peter se había dormido para verter en su vaso unas
gotas de un poderosísimo veneno.
Cuando yo ya desperté y me disponía
a beber el agua, Campanita, arrepentida de lo que había hecho, se lanzó contra
el vaso, aunque no pudo evitar que me salpicaran unas cuantas gotas del veneno,
una cantidad suficiente para matar a un ser tan diminuto como ella. Una sola
cosa podía salvarla: que todos los niños creyeran en las hadas y en el poder de
la fantasía. Y así es como, gracias a los niños, Campanita se salvó.
(mientras tanto, Wendy y sus hermanitos seguían en
poder de los piratas. Ya estaban a punto de ser lanzadps por la borda con los
brazos atados a la espalda. Parecía que nada podía salvarlos, cuando de
repente, oyeron una voz:
Peter: - ¡Eh, Capitán Garfio, eres un cobarde! ¡A ver si te atreves
conmigo!
Alertado por Campanita, había
llegado justo a tiempo de evitarles a mis
amigos una muerte cierta. Comenzamos a luchar. De pronto, un tic-tac muy conocido por Garfio hizo que éste se estremeciera de horror. El
cocodrilo estaba allí y, del susto, el Capitán Garfio dio un traspié y cayó al
mar. Es muy posible que todavía hoy, si viajas por el mar, puedas ver al Capitán
Garfio nadando desesperadamente, perseguido por el infatigable cocodrilo.
El resto de los piratas no tardó en seguir el camino de su capitán y Wendy con sus hermanos
y todos acabaron dándose un saludable
baño de agua salada entre las risas de Peter Pan y de los demás niños.
Ya era hora de volver al hogar.
Peter intentó convencer a sus amigos para que se quedaran con él en el País de
Nunca Jamás, pero los tres niños echaban de menos a sus padres y deseaban
volver, así que Peter los llevó de nuevo a su casa.
- ¡Quédate con nosotros! (pidieron los niños.)
Peter: - ¡Vuelvan conmigo a mi país! (les rogué) -. No sean mayores
nunca. Aunque crezcan, no pierdan nunca nuestra fantasía ni nuestra
imaginación. De ese modo seguiremos siempre juntos.
- ¡Prometido! -gritaron los tres niños mientras agitaban sus manos diciendo adiós.